Érase una vez, la historia de Juana, la rana del Boquete que saltaba cuando le daba la gana, que vivía en una cantera de piedra ostionera, en San Fernando, ubicada entre las huertas de Baldomero, Modesto y la carretera de la estación, en el tramo que discurría paralelo a la Barriada de Carlos III.
Aquella cantera, de donde salieron algunos de los bloques con los que se construyeron, los principales edificios de la población naval de San Carlos, desde que fue abandonada, se la conoció como “El Boquete”, nombre con la que actualmente se conoce la Barriada Diputación, construida a principio de los años 70 del siglo XX, en aquellos terrenos.
En lo mas hondo de la cantera, casi todo el año, solía estar inundado por un enorme charco de agua, donde ranas y sapos, solían ser la principal atracción de chicos y mayores, que acudían a jugar en pandillas cada vez que tenían un rato libre.
De entre todos los anfibios que por el charco chapoteaban, había una rana muy cantarina llamada Juana, que saltaba cuando le daba la gana, mientras vivía feliz sobre el tronco de un árbol que flotaba sobre el agua en medio de la cantera, mientras cantaba así;
- Juana, la rana del Boquete,
- que salta cuando le da la gana.
- Soy la rana Juana,
- y me gusta saltar,
- sobre el tronco que flota,
- en el charco sin parar.
- Juana, la rana del Boquete,
- que salta cuando le da la gana.
- Soy la rana Juana,
- y me gusta cantar,
- con mi voz muy bonita,
- que hace a todos bailar.
- Juana, la rana del Boquete.
- que salta cuando le da la gana.
- Soy la rana Juana,
- y me gusta cantar,
- con mi voz muy bonita,
- que hace a todos bailar.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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